martes, 17 de junio de 2008

La verdadera trascendencia de la vuelta de José Tomás

Ayer por la tarde me encontraba solo en mi casa. No sabía si seguir el festejo por la radio, si merecería la pena escucharlo. El toreo es un arte visual, así que no le veía el sentido al asunto... Un tío pegado a una pantalla de ordenador mirando la nada. En fin, dudaba. Hasta cinco minutos antes de que sonasen los clarínes no había levantado la vista de mis apuntes de finanzas. Pero al final no pude resistirme, me picó el gusanillo y encendí el PC. José Tomás es un torero al que por mi edad lo tenía más como mito que como recuerdo real. Pues a pesar ser ya consciente como para recordarlo, tampoco tuve ocasión de verle demasiadas veces. Es como ese primer amor de la adolescencia... ¿era tan bueno o lo tenía idealizado?

Desde su vuelta a los ruedos en Barcelona, una cierta desconfianza se había cernido sobre mi mente. Y la verdad es que no encontraba la respuesta a la pregunta. La quietud, el valor, la figura... si, todo aquello seguía ahí. Sin embargo, parecía como si algo faltase en el puzzle para que todo cuadrase. Apenas he podido verle torear desde su regreso y las imagenes que ofrecía la prensa en los informativos siempre eran de los arrimones y las volteretas. Por eso estaba interesado en saber lo que iba a ocurrir. Lo de la tarde del día 5 fue lo que estaba deseando ver. Por fín todo el mundo hablando del toreo de José Tomás. Fue un resoplar para mis adentros y asentir "Eso, eso era lo que ví. A mi eso fue lo que me cautivo de él hace años. Su muñeca."

Con esa actuación me volvió a meter en el saco. Lo de las cuatro orejas, sinceramente, me da lo mismo. El que quiera discutirlas, que lo haga, que está en su derecho. Pero lo que no se puede poner en duda es que con dos toros con posibilidades, José salió a torear y lo hizó como los ángeles.Lo que no entendía yo hasta el día de ayer, era el por qué de ese "excesivo tremendismo" de otras ocasiones. Y entiéndase esto como un halago. No entendía porqué siendo un torero que cuando más luce y se hace valer es cuando se pone a torear, decidía arriesgar tanto con toros que no eran de triunfo ni mucho menos. Producto de esta postura, venían todos los percances que ha sufrido y lamentablemente le han cogido toros que no tenían que haberlo cogido. Así que bajo mi punto de vista, este compromiso tan grande que tiene José Tomás con el público que va a verlo se estaba volviendo en su contra. Tanta voltereta devualaba su imagen de torero con gusto y temple. Pues parecía dar motivos para que se le criticase. Que si le cogen mucho, que si está torpe, que si solo se arrima, que las orejas las corta con uys! y no con olés!... Pero ayer, como he dicho, lo entendí todo.
Yo no es que le reprochase nada. Simplemente, me gusta más verlo torear que salir en volandas empalado por el burel. Y siendo que es un torero de condiciones sensacionales y que además tiene los cojones mas grandes de todo el escalafón... coño! Que no puede ser que la gente se quede solo con eso. Así que animado por la actuación y las críticas que demostraban que Tomás cuando más y mejor llega al alma y hace feliz a la gente es toreando y no volando, me dispuse a seguir el festejo.
Lamentablemente pronto entendí que el ganado no era de muchas alegrías. La primera voltereta, siendo sinceros, me sentó como una pedrada en el estómago. Una vez más, se puso firme y le hizo la faena. Bravo por tu valor, pensé. Pero ¿que tanto necesitas hacer esto cada tarde con toros que no merecen siquiera haber caído en tus manos?.
Con el quinto toro andaba yo concentrado por la radio. Escuchaba cada detalle, cada comentario. La faena iba entrando en calor. Ese torero ya magullado, en Madrid y después de un gran éxito se las estaba viendo con un animal nada claro, descatado y sin clase. El comentarista describía las tandas de derechazos. Nada, más de lo mismo. Va a tirar de arrojo y se acabó. Y cuando no daba un duro por que nada más pasase...otra tanda por la derecha. Primer muletazo con la cara alta, al segundo lo lleva ya en la muleta, casi se le para, el tercero más templado, no rectifica y al cuarto el olé...el griterío en la plaza y la gente feliz. Y de pronto entré en éxtasis. Me trasladé a un tendido de las Ventas. Si señores, sí. José Tomás me hizo soñar el toreo. Sin estar allí presente, solo con la narración podía imaginar los pases que el diestro estaba dibujando. Como estaba ante un animal que solo ponía tarbas a lo que el torero quería hacer de verdad con él. Torear. Veía su quietud, como no rectificaba, como se colocaba... Ví como le iba pudiendo al animal, oía como se entregaba la plaza. Era consciente del riesgo que había en todo momento. Sufrí la cornada con angustía, pero llamenme mentiroso si lo desean, también supe el semblante que llevaba el torero. Le vi levantarse impasible y continuar su labor. Las manoletinas finales, la estocada... todo pasó en mi cabeza! Creanme, lo vi!
"Seré estupido..."

Y entonces la luz vino a mí y lo entendí todo!. José Tomás habia conseguido emocionarme hasta ese extremo con un toro manso, descastado y no presto para el lucimiento. Me había sobrecogido el corazón, me había ilusionado me había impregnado de su magia... intentando TOREARLO lo mejor que pudo. Eso era lo que causó mi reacción. No los revolcones. Y todo esto por la radio!!!

¿Me sentía más lleno que el día de Cuvillo? Por supuesto que no! Pero a cambio, había experimentado otras sensaciones que nadie actualmente puede transmitir. Cuidado, porque no estoy hablando de que el resto no se arrime ni que haya mas gente que pise esos terrenos. Lo que digo es que no son capaces de sobrecoger de esa manera con ese tipo de toros. Por eso este torero está donde está. No creo que sea un torero al que le sirvan todos los toros para triunfar en el sentido purista del toreo, pero sí que le sirven para transmitir sus emociones y sentimiento al público siendo fiel a sí mismo. Y eso para un torero es casi más importante.

Como he dicho antes, las orejas poco me importan. Lo que había realizado para mi era mucho más. Así es, por fin lo entendí. Este torero no ha vuelto para ser torero. Ha vuelto para hacer algo mucho más importante. Para trascender en la historia como figura, como mito, como semidios de nuestros días. Y está dispuesto a conseguirlo por las dos vías, la del arte y la de la carne. Pero siendo José Tomás.


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