Como ya he dicho en otras ocasiones, los trofeos conseguidos son lo de menos. Lo verdaderamente trascendente es lo que se vio en la plaza: un torero toreando con gusto. Pero llegó el día 15 y su "otro yo", y poco tardaron algunos en volver a su discurso anterior. Que si el arrimón no vale, que si eso no es toreo... lo de siempre.
Me parece injusto en este tipo e comentarios que no se resalte en ningún caso que si hubo dos José Tomás en Madrid la causa principal fuera el que hubo dos corridas muy diferentes en cuanto a ganado. Personalmente, creo que no haya dos toreros, sino toros diferentes. Los que se dejaron y los que no. Y aún reconociendo esto, algunos personajes declaran que no les gustó José Tomás la segunda tarde porque eso no es torear.
Una palabra se ha puesto de moda: la inmolación. Inmolación de José Tomás. Y el último en hacer alusión a ella ha sido el veterano diestro Luís Francisco Esplá. En una reciente entrevista en el programa de Jesús Quintero de Canal Sur fue preguntado sobre su compañero de profesión y su manera de entender el toreo. El diestro alicantino declaró: "Tomás tiene verdaderos problemas cuando quiere convertir aquello en una inmolación". Comenta que esa forma de entrega "es angustiosa para los que estamos allí, llámese público, llámese profesionales. Cuando se torea sobre ese sustrato del riesgo y se lleva eso al límite hay emoción, pero cuando se sobrepasa el sentido común, la emoción y la estética y se sostiene sólo en acongojar a la gente, deja de interesar eso"
Miren, en mi opinión, estas declaraciones son una falta de respeto se mire por donde se mire. No con José Tomás, pues como torero que es está sujeto a las críticas de los aficionados ( y el maestro Esplá algo sabrá de esto...) Para quien es verdaderamente una falta de respeto es para el público de Las Ventas. Una cosa es que te guste más, menos o nada. Pero ser tan arrogante como para afirmar que las faenas del día 15 no tuvieron ningún interés no tiene cabida. Primero, cuando fue el público quien sacó a Tomás a hombros. Y segundo, porque llámese José Tomás, Morante, Esplá, Luque o Serranito... todos se ponen delante de un toro. Y eso siempre hay que respetarlo. Más con un torero con tres cornadas que ni se mira.
En este sentido, supongo que como a todo buen aficionado sea "tomasista" o no, tengo que mostrar mi total desacuerdo con aquellas personas que abandonaron sus localidades tras el qunto toro. Es la misma falta de respeto. La de Esplá de palabra, la de estos sujetos de acto.
De cualquier manera, volviendo al tema de la inmolación, me llama la atención una cosa. Esplá asegura ser tomasista, algo que siempre ha declarado, "pero también hay que reconocer que apuntalar su existencia de artista en algo que es solamente el valor y basar su historia en ser un torero valiente cuando lo que atesora es una calidad y unas condiciones que pocas veces he visto. Me parece lamentable afanarse en subrayar esa teoría del valor intrínseco". Estoy completamente de acuerdo con estas palabras. Las cualidades de José Tomás como torero son muy llamativas y cuando más me gusta es cuando puede desarrollar su faceta artística. Lo otro es diferente y sencillamente no alcanza la dimensión del arte. Sin embargo no hay duda de que transmite otras sensaciones que sustentan la fiesta. Pero ¿porque como espectador y aficionado, siendo que este torero ofrece además otros recursos con toros a los que otros no dan importancia ni intentan hacer faena sino pegar pases, se le puede echar en cara precisamente algo tan admirable como su voluntad de agradar?
Muchas veces pienso en la posibilidad de que un día le salga un bicho de esos de cuatro pases y a matar... y haga precismente eso. ¿Y entonces qué? ¿ Se le aplaudirá desde estos sectores? ¿Se elogiará su sentido común? ¿Se hará hincapié en la imposibilidad de lucimiento con el lote? ¿O más bien se empezará a decir que ya no es el mismo?

Foto de Juan Pelegrín