lunes, 8 de septiembre de 2008

Yo me quedo con ustedes



Rabia e incredulidad mezcladas con una gran dosis de perplejidad y nauseas. Flojera, impotencia, dolor... Y ante todo verdadera lástima y vergüenza por lo salvaje de la sociedad tan moderna en la que creemos vivir.

El pasado día 5, nos enteramos que unos vándalos habían profanado la tumba del maestro salmantino Julio Robles. Sobre las paredes del panteón en el que descansa eternamente derramaron pintura roja e inscribieron la frase "toreros asesinos". Además, se conoce que estos individuos, no contentos del todo con su obra, hurtaron del lugar un busto con la imagen de Julio.

Y yo me pregunto, ¿por qué?. ¿Qué mueve a un ser humano a cometer estas atrocidades?. ¿Como puede alguien llegar a semejante bajeza de espíritu?

El acto perpetrado no es, de ninguna de las maneras, una protesta o llamada de atención reivindicando algo. Lo que es, lo único que es, es una salvajada que denota unos síntomas muy alarmantes de falta, no de respeto, sino de humanidad. Y de cobardía. ¿Qué hay más cobarde que el meterse con un muerto?

Hay que ser muy radical y estar muy enfermo para llegar a lo que estos impresentables han llegado. Nos acusan de asesinos porque matamos animales. Nos tachan de insensibles y sádicos por nuestro amor a la tauromaquia. Dicen que somos escoria y que les damos asco. Que somos unos atrasados y que estamos condenados a desaparecer. Y que les damos tanta verguenza que sienten desprecio por los seres humanos.

Todo lo que dicen y defienden. Todas estas acusaciones y juicios de valor. Absolutamente todo, lo dicen desde la más profunda de las ignorancias y sin conocer ni un ápice de lo que realmente es el mundo de los toros. Mundo que sin duda alguna es parte de la tradición y cultura de este país. Sin saber siquiera sus orígenes, su evolución, sus ritos, su importancia cultural y artística a lo largo de la historia. Obviando su peso económico y omitiendo por comleto la parte ecológica de la fiesta.

Esta gente se coloca a sí misma el título y la bandera de amante de los animales. Pero sus argumentos y su palabra tachan de enemigo a todo aquel que no piense como ellos. Tienen un discurso tan agresivo como cerrado. Y el que no come esto o el que hace eto otro es un ser primitivo. Porque, desde luego, el hombre está al mismo nivel que los animales.

Lo cojonudo del tema es que me parece que no es que lo pongan al mismo nivel. Es que lo ponen por encima constantemente. Y digo yo. Si ellos quieren estar en el mismo saco con los animales, adelante, pero ¿por qué narices me quieren meter a mí?. Cada cuál tiene derecho a elegir donde quiere estar, y si ellos quieren estar con las bestias, pues muy bien. Pero yo no! Yo siempre me quedaré con las personas. Por la educación que he recibido, el hombre es un ser que está por encima de las demás criaturas. Tiene una serie de características que ningún otro ente poseé y que les diferencia del resto. Hay muchas formas de llamarlo: alma, psique, moral, conciencia... Y a los animales hay que trataros con respeto, pero como lo que son: animales.

Y mi moral o conciencia me dicen que a mí me preocupa bastante más que mi país no se vea afectado por una crísis económica que traiga paro a los hogares a que halla animales en los zoos o en un circo. Me preocupa más el fenómeno de la inmigración que el que, en no se que pueblo hacen algo con un burro un día al año. Y me preocupa el dejar un planeta habitable a las futuras generaciones, pero mediante el desarrollo de nuevas tecnologías que den trabajo e inversiones. No mediante la involución que estos personajes parecen buscar.

Y en mi planteamiento, la fiesta de los toros tiene cabida, no solo por mi afición. Sino porque como ya he dicho, es parte de la cultura de mi patria, es una expresión del arte, sustenta a muchísimas familias, es respetuosa con el medio ambiente y genera unas sensaciones que guardas en lo más profundo del corazón por siempre.

Si por ello el día de mañana alguien quiere entretenerse en venir a teñir de rojo mi lápida, que no se preocupe, que la encargaré en burdeos e inscribiré: Carlos Gracia Cancer, aficionado a los toros y admirador del ser humano.

A don Julio Robles, descanse en paz.

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